jueves, 19 de abril de 2007

Primer día en La Paz



Después de una primer historia que queda en la historia, nos levantamos para poder conocer de día la capital de nuestro país vecino.
No teníamos nada en claro solo que queríamos comprar una funda para la guitarra y que Santi estaba apunadísimo. Luego de unos cocktails de drogas curativas y un mate (así llaman ellos al te) de coca, Santi se repuso y pudimos arrancar.
Salimos del Carretero y con un mapa muy básico del centro de La Paz, nos dirigimos a la calle Linares. Llegamos fácilmente a la calle y ahí buscamos fundas para la guitarra. Nos encontramos en una calle muy colorida, cargada de puestos de venta a sus costados de los cuales sobresalían ponchos y telas y todo tipo de cosas. Todas las artesanías típicas del lugar se podían encontrar ahí. Una vez en la puerta del local donde compraríamos la funda entramos y empezamos a tocar todos los instrumentos que tenían colgados, ya sean charangos, guitarras o instrumentos de viento. Santi eligió su funda, pago y nos fuimos muy contentos con la primer compra en este país.


Decidimos que alquilaríamos un auto o algunas motos para recorrer la ciudad pero como en nuestro minúsculo mapa no figuraban lugares decidimos preguntar. Grave error cometimos, nadie tenia idea donde podía haber un lugar para alquilar autos y / o motos. Caminamos en miles de direcciones y recorrimos miles de cuadras, ya un poco cansados pero nunca perdiendo el humor decidimos volver al hostal para dejar la guitarra y otras cosas y para retomar fuerzas como para seguir recorriendo.
Dejamos todo en el cuarto y vimos que todavía era temprano para comer así que decidimos no parar y seguir en busca de las tan deseadas motos. Preguntamos en el hostal y tampoco nos supieron contestar.
Arrancamos a caminar por lugares que no parecían ser muy saludables para nosotros. No temimos por nada, ya que nada llevábamos. De repente nos encontramos en la mitad de la ciudad totalmente perdidos, con un sol que incendiaba cerebros y un hambre parecido al de Jesús después de 40 días en el desierto. Ahora si, no aguantamos y nos subimos a un taxi, una de las cosas que nunca pensamos íbamos a hacer en este viaje. Desde la Terminal de ómnibus hasta la otra punta donde se encuentra el estadio de fútbol del equipo de la paz, el Bolívar.
Estando ahí notamos el movimiento cual micro centro a las 2 de la tarde y decidimos no estresarnos mas por encontrar nuestros vehículos y nos mandamos a comer. Entramos en un local símil MC Donalds pero de pollo que la verdad dejaba muchísimo que desear. Se generaba una disyuntiva en nuestra cabeza y nos hacia vacilar un poco también, nos fuimos hasta La Paz para comer en MC Donalds??? Por supuesto que no es por eso que terminamos rápido y miramos en nuestra “guía” turística (un mapa que nos dieron en el hostal que figuraban solo 15 calles pero que si nombraba lugares importantes) y decidimos mandarnos para “Las Cholitas”.
Las Cholitas quedaba en la zona sur de La Paz, lugar donde se encuentra la mayoría de la gente adinerada y no solo se nota por los autos que se ven en la calle sino por las mansiones que hay en esos barrios. Estando ahí nos dijeron que había unos bares donde se comían unas especialidades del lugar exquisitas así que decidimos ir a probar suerte. Vaya coincidencia que a la vuelta de esos bares estaba una de las únicas sucursales de Rent a Car, para nuestra perfecta suerte cerrada.
Nos sentamos en el bar con la guitarra, la cual habíamos ido a recuperar al hostal, y nos pedimos unas cervezas y un plato diferente cada uno. Parecía una excursión gourmet hasta ese momento y termino pareciéndose mas a un recital.
Había mucha gente comiendo y tomando algo en estos barcitos, eran en realidad pequeños puestos colocados uno al lado del otro con toldos que formaban un gran bar. Entre bocado y bocado mechábamos con una cerveza, que en esta ciudad se llamaba, valga la redundancia, Paceña.
Terminamos nuestros platos y seguimos con la cerveza pero ya no más por nuestra cuenta, nosotros no teníamos pensado seguir tomando y menos que menos gastando plata. Para la sorpresa de todos, luego de un par de rondas de guitarreada la gente se nos había juntado alrededor y comenzó a pedirnos temas y a cantar a coro con nosotros. Nos dábamos cuenta que el viaje empezaba a ser de 5 y no de 4 como lo habíamos pensado, la guitarra se transformaba en el mas convocador de los viajeros y era, sobre todas las cosas, lo que mas unía a las diferentes culturas. Por no ser maleducados aceptamos las cervezas que nos invitaba la gente como agradecimiento por nuestra música y creo también que por la calidez con que los tratábamos, ya que fueran paceños, yankees o argentinos nos daba lo mismo.
Nuestro primer día termino en una corrida final. Nos habíamos despedido de las cholitas y nos dirigimos hacia el hostal a buscar nuestras cosas lo más rápido posible para poder tomarnos algún bondi a Copacabana. Como ya comente, la suerte estuvo de nuestro lado en este viaje y llegamos con lo justo al cementerio en la parte norte o mas conocido como el Alto a tomarnos la Trufi –así llaman a las Traffics- para viajar hacia Copacabana, nuestro segundo destino.
El viaje que estábamos emprendiendo iba a ser una locura es por eso que lo contaré mas adelante como otra anécdota. Ahora los dejo viajando con su imaginación hacia Copacabana.

No hay comentarios.: