martes, 14 de agosto de 2007

Vientos fuertes del Sur

Si el fin de semana necesitaba un cierre tenía que ser este.
Veníamos postergando nuestro tan ansiado encuentro hace meses, y lo único que me dejaba esperanzas de que pase era la alineación de los planetas.
Justo el domingo parece que este milagro inesperado paso. Yo estaba destinado a sentir la Sudestada como quien me iniciase alguna vez lo sintió.
Mi domingo se desarrollaba con normal tranquilidad, ocioso frente a un televisor que no decía nada, intente elaborar alguna actividad física que me sacase de ese pozo. No lo logre. Con un simple llamado de teléfono conseguí divertimento, me trajeron lo que pedí e instantáneamente me enganche. Ahora que pienso, eso era lo único que yo quería desde que había amanecido y ahora lo conseguía. Mi casa era la mismísima Patagonia, desierta, fría e insobornable.
En la mitad de la película fui interrumpido por la llegada de gente que habita este hogar conmigo. No hubo dialogo ni miradas suspicaces solo incógnitas. Ahora recuerdo que hubo un llamado durante la interrupción y fue, para mi, la primer señal de que los vientos esa noche iban a golpear fuerte. Arregle que al finalizar mi película viajaría hacia una locación ya conocida, donde nos encontraríamos y estableceríamos las reglas de la noche.
Llegue, tarde como siempre, y estaban cenando. Me convidaron con unas empanadas y unos ricos vasos de roncoca. Este ultimo era nuevo para mi, no por no haberlo tomado nunca sino porque era una nueva variedad de este. Tenia rodajas de naranja, simplemente exquisito.
Llego la hora y partimos hacia el lugar a donde estaba predestinado que vaya. Su profesor lo esperaba sobre el escenario y a mi me esperaba una grata sorpresa.
Pagamos, entramos, tomamos algo y hablamos. Esperamos ansiosos el comienzo del show. Encendimos alegría entre la gente, nos dejamos llevar por el perfume y los sentidos. Entre las cervezas, los cigarrillos y así el baile empezaba. Estar apretado no era un inconveniente, las mujeres desbordaban el lugar y hacían sentir una alegría a los hombres que estaban dispuestos a buscarla.
Entre los sonidos esperados y los bailes mas endiablados hasta el tren final destacaron esta noche por entre otras. La Sudestada soplo tan fuerte que al salir nos encontramos con lluvia.
Dancing Mood encendió la noche y una mecha que va a ser difícil apagar. Yo esperare ocioso el día que se alineen nuevamente los planetas para poder sentir ese poder descomunal y contagioso.
Gracias a vos que me llevaste, abriste una nueva puerta y no creo que la vaya a cerrar.