viernes, 27 de abril de 2007

Menaigan Dios, dijo Juancho.

Un viejo hombre con su nombre tan particular. Juancho. Fue peón, puestero, casero o como le quieran decir en el campo "El Mirador" hasta su jubilación, no mucho después murió.
Era para mi como un héroe, aunque nunca le entendía lo que decía o se lo entendía a medias. El Martín Fierro que yo había conocido, no por sus prosas sino por la identidad gauchezca.
Como todo niño, para cada juego que hacía buscaba un personaje con quien identificarme. Si no es común, psicólogos abstenerse de dejar comentarios sobre mis múltiples personalidades. Siguiendo con mi punto, yo jugaba al fútbol y me "cantaba" ser Orteguita o en su defecto el Bati.
Nunca le llegaba a los talones a esos monstruos aunque mi ilusión se mantenía intacta. Otro ejemplo fácil era cuando jugaba con autitos de juguete a los cuales bautizaba por nombre de corredor, en su momento Ayrton Senna o Nigel Mansell.
El problema empezó cuando con mi primo y mi hermano comenzamos a visitar mas seguido el campo y aprendíamos todo lo que un gaucho necesita para serlo. A la vuelta de uno de esos viajes, puedo recordar perfectamente, inventamos un juego.
El sillón de mi casa tenia los 2 apoya brazos de madera con una forma medio curvada como si fuese el lomo de un caballo. Nosotros dábamos literalmente vuelta el living de mi casa y "ensillábamos" nuestros "pingos" y salíamos a cabalgar. Arriábamos nuestras vacas y hasta las enlazábamos con nuestros lazos, generalmente armados con cinturones o corbatas de mi padre.
No se bien si alguna vez rompimos algún vidrio pero seguro algo importante se nos debe haber "escapado" de nuestros lazos. Por suerte siempre fuimos muy ingeniosos los 2 para saber esconder o manejar ese tipo de situaciones comprometedoras.
Gracias a Lucas hoy volví a mi infancia por unos minutos, fue algo increíble! No solo fue que nos vimos para jugar al fútbol sino que me hizo hacer memoria diciendome Juancho Pingüin.
Lo de Pingüin no se de donde lo sacamos pero lo de Juancho queda clarísimo que todo tipo de cosas gauchezcas las asociamos con el. Lo gracioso de todo esto es que nos hemos llegado a pelear por ser Juancho Pingüin, ¿a quien le gustaba ser el Robin de Batman? Como siempre fuimos muy piolas, nos supimos repartir bien el rol.
Ahora crecimos y no lo jugamos mas, me quedo con esta alegría de recordar algo así, un momento impagable en mi vida.
Les pido que hagan lo mismo, miren para atrás y encuentren su momento. Verán que bueno está.

2 comentarios:

Lucardo dijo...

Canto que yo siempre era Juancho Pingüin!
Muy buen post, primo, me gusta.

Anónimo dijo...

Juancho: tenia un perro que era mas malo que dogo hambriento y maltratado, tenia vista de aguila con buena vista, era mas rapido que el concord o lo igualaba, y ademas, hablaba de economia con los caballos, a estos no los agarraba, les pedia que lo lleven a dar una vuelta y ellos aceptaban o no. Que peon completo !!!