sábado, 28 de abril de 2007

Y que cumplas muchos mas!

Entre las cosas bizarras que me pueden pasar en la semana se encuentran la salida sin querer del Miércoles por la noche y el regalo de cumpleaños del año pasado.
Llegue a mi trabajo como todos los días, tarde. Guchi, compañera de trabajo, se apareció con una bolsa de Bolivia (casa de ropa de la zona) y me dice "Feliz Cumpleaños!" a lo que mi cara de desconcierto y mezcla de alegría le respondieron "Gracias, pero fue en octubre."
Entre risas me dieron mi regalo atrasado, nunca mejor la frase que dice "mas vale tarde que nunca."
Descubrí que hay pocas cosas como recibir un regalo inesperado.

viernes, 27 de abril de 2007

Menaigan Dios, dijo Juancho.

Un viejo hombre con su nombre tan particular. Juancho. Fue peón, puestero, casero o como le quieran decir en el campo "El Mirador" hasta su jubilación, no mucho después murió.
Era para mi como un héroe, aunque nunca le entendía lo que decía o se lo entendía a medias. El Martín Fierro que yo había conocido, no por sus prosas sino por la identidad gauchezca.
Como todo niño, para cada juego que hacía buscaba un personaje con quien identificarme. Si no es común, psicólogos abstenerse de dejar comentarios sobre mis múltiples personalidades. Siguiendo con mi punto, yo jugaba al fútbol y me "cantaba" ser Orteguita o en su defecto el Bati.
Nunca le llegaba a los talones a esos monstruos aunque mi ilusión se mantenía intacta. Otro ejemplo fácil era cuando jugaba con autitos de juguete a los cuales bautizaba por nombre de corredor, en su momento Ayrton Senna o Nigel Mansell.
El problema empezó cuando con mi primo y mi hermano comenzamos a visitar mas seguido el campo y aprendíamos todo lo que un gaucho necesita para serlo. A la vuelta de uno de esos viajes, puedo recordar perfectamente, inventamos un juego.
El sillón de mi casa tenia los 2 apoya brazos de madera con una forma medio curvada como si fuese el lomo de un caballo. Nosotros dábamos literalmente vuelta el living de mi casa y "ensillábamos" nuestros "pingos" y salíamos a cabalgar. Arriábamos nuestras vacas y hasta las enlazábamos con nuestros lazos, generalmente armados con cinturones o corbatas de mi padre.
No se bien si alguna vez rompimos algún vidrio pero seguro algo importante se nos debe haber "escapado" de nuestros lazos. Por suerte siempre fuimos muy ingeniosos los 2 para saber esconder o manejar ese tipo de situaciones comprometedoras.
Gracias a Lucas hoy volví a mi infancia por unos minutos, fue algo increíble! No solo fue que nos vimos para jugar al fútbol sino que me hizo hacer memoria diciendome Juancho Pingüin.
Lo de Pingüin no se de donde lo sacamos pero lo de Juancho queda clarísimo que todo tipo de cosas gauchezcas las asociamos con el. Lo gracioso de todo esto es que nos hemos llegado a pelear por ser Juancho Pingüin, ¿a quien le gustaba ser el Robin de Batman? Como siempre fuimos muy piolas, nos supimos repartir bien el rol.
Ahora crecimos y no lo jugamos mas, me quedo con esta alegría de recordar algo así, un momento impagable en mi vida.
Les pido que hagan lo mismo, miren para atrás y encuentren su momento. Verán que bueno está.

martes, 24 de abril de 2007

Se va la segunda.

Al igual que el año pasado, mi abuela materna volvió a desaparecer.
Como leen, mi abuela sufre de Alzheimer. No recuerda, se confunde y marea. Para mi es como su segunda personalidad, cuando no recuerda o no reconoce es porque está siendo Cata, su YO.
La liberal que ya vivió demasiado para seguir atada a la vida cotidiana que, aunque muchas alegrías le dio, por algo no la quiere vivir.
Tiene 13 hijos, todos de mi abuelo. Creo que vivió, hasta el momento en que se le encontró esta enfermedad, en plenitud y supo disfrutar de sus hijos y nietos.
Me viene a la mente cuando volvía del trabajo el año pasado y me baje antes del bondi para buscarla por donde se me ocurriese en ese momento, mi mamá me había llamado y me contó la situación.
Esta vez, no tuve que buscarla por que me enteré después que la hayan encontrado, pero estuvo desde las 15 hs hasta las 20 hs desaparecida por la ciudad.
Todo se debe a los descuidos, si alguien deja la puerta abierta ella sale de su casa pensando que va a hacer las compras y al cabo de unas cuadras lo olvida y termina donde su destino lo desea.
Que loco su destino que siempre la lleva devuelta a su casa.
Es gracioso, aunque no lo es. Es increíble pero igual pasa.
Por si las dudas les comento, se llama Sofía Catalina y le dicen Madre. Tiene pelo blanco y hasta los hombros, aunque en general lo lleva atado. Si por casualidad la ven avísenme, puede que este perdida o sino viviendo su vida.

lunes, 23 de abril de 2007

Lexico Peruano / Boliviano

En mi cuaderno de viaje fui descubriendo palabras que había anotado.
Los voy a listar y algunos necesarios los explicare.

-Expedita ("Las rutas están expeditas." Sacado en el aeropuerto de Viru-Viru de un noticioso que decía que las rutas eran transitables.)
-Manual de convivencia y encare (armado por nosotros por lo tanto no debería incluirse, pero vale la pena recordarlo)
-Mutsarela
-Saniago
-Odio la burocrasia (Toro por no haber sellado su pasaporte al ingresar a Bolivia tuvo que coimear con 100 Bs a la policia para salir.)
-En acá.
-Pues.
-Les voy a decirles...
-Es así chicos, ah.
-¿Como venimos Beto? Estamos avanzando.
-¿Cuando comemos? Ya vamos a hablar de eso chicos.
-No lo encuentro (Colombiana rata que tenia papel higienico en la mochila y no queria prestar!)
-...haiga...
-El despierto es...
-Su desayuno de ustedes.
-Enai. (Ahí)

Muchas de ellas son sacadas de contexto.
Otras son tan reales que asustan.
Despúes seguimos aprendiendo su vocabulario.

sábado, 21 de abril de 2007

Agarrate fuerte y volá!

Ayer mi vieja me regalo algo con mucho valor sentimental y con un agregado que denota su entendimiento hacia mi forma de ser y de vivir.
Es un apuntador para libros que tiene una frase de Langston Hughes que dice; "Aférrate a tus sueños. Cuando los sueños mueren, la vida es como un pájaro que no puede volar."
Me sorprendio gratamente cuando vi lo que decía, es así como creo que la gente debe vivir, soñando y pudiendo volar.

viernes, 20 de abril de 2007

Trufi Anfibio


Este viaje no se podía llamar viaje sin esta travesía en “trufi”. Puedo decir que viajé en Bolivia en una camioneta anfibio.
Como venia contando llegamos a ultimo momento al cementerio en donde conseguimos de pura casualidad los últimos 4 asientos para viajar a Copacabana. La trufi, como le dicen ellos, tenia capacidad para 12 personas las cuales para entrar debían viajar bastante apretadas. Todos los bolsos iban arriba en una parrilla que tenia el techo donde estaban todos atados con soga y por si llovía le pusieron una lona. Por suerte había sol.
Cuando nos dijeron de subir para arrancar, nos mandaron a la última fila de asientos donde entraban solo 3 personas por lo tanto uno de nosotros iba en la anteúltima fila. La guitarra, la matera y por supuesto mi maquina de fotos no podían viajar en el techo así que las subimos con nosotros, o sea nos apretamos mas.
Según lo que nos habían dicho en “la Terminal” el viaje no duraría mas de 2 o 3 horas.
Apenas subí agarre mi libro y aproveche los últimos rayos del sol para leer, aunque el paisaje de el Alto me desconcentro bastante. Era bastante peculiar, por lejos la zona mas pobre que me ha tocado ver.
Salimos a la ruta y comenzamos este alocado viaje. Entre el olor, el calor y la lluvia que amenazaba en el horizonte a mojar nuestras mochilas no desesperamos. Yo, para mi suerte, me quede dormido. Los demás siguieron entre charlas haciéndose nuevos amigos. Yo iba sentado en la esquina izquierda del fondo de la camioneta donde esta la chapa levantada de la rueda por lo tanto tenia un desnivel en mis piernas que generaba, junto con el asiento de adelante que se me incrustaba en las rodillas, que se me duerman ambas piernas. Cuando me desperté aproximadamente 1 hora después de arrancado el viaje no sentía ninguno de mis miembros inferiores. Me resigne sabiendo que no estaba cerca de llegar y pensé que tarde o temprano se despertarían.
Mi despertada fue un poco rara ya que fue acompañada por un fuerte ruido de bocina. Yo había pensado que los bocinazos se habían acabado una vez que salimos de La Paz pero noto que es lo mas común entre los conductores de ese país.
El bocinazo era dirigido a un auto que venia perfectamente por su carril en la mano de enfrente, nuestra trufi en cambio, venia con unas casi imperceptibles luces y por la mitad de la ruta. Casi a 1 metro de colisionar con el vehiculo que venia, la trufi se hizo a un lado y tomo su posición natural en la ruta. La ruta no ayudaba mucho ya que no estaba muy marcada, por no decir que no tenia ni 1 señal. Nosotros un poco asustados por ese acontecimiento empezamos a hacer chistes sobre la forma de manejar de nuestro chofer aunque llegamos a la conclusión que iba a ser el único acercamiento a un accidente en ese largo e intenso viaje.
Nos confundimos con nuestra acelerada conclusión, faltaba mucho camino por recorrer y muchísimos accidentes por esquivar. Como dije antes les agrada realmente tocar la bocina, hacen esto en vez de utilizar las señas de luces, por lo tanto cada vez que la tocaban, el corazón de los 4 se sobresaltaba. Nuestras caras eran de susto y rápidamente buscábamos con la mirada el auto de enfrente para ver si era ese el momento de estrellarnos o no.
El dato mas curioso fue cuando, con la oscuridad total que cubria el camino, nuestro conductor comenzó a tocar bocina y mirando hacia el frente notamos unas pequeñas luces que venían. Esto ya se había convertido en costumbre para ese momento del viaje aunque para sorpresa nuestra esta vez había un infiltrado en la cuestión. Un peatón en el medio de la ruta intentaba sacar con su pie una pelota de fútbol, parecía tímido el movimiento ya que solo asomaba 1 pie a la ruta como cuando alguien desde el borde de una pileta intenta sacar algo de ella. El efecto era muy parecido al que digo, cada vez que tocaba la pelota con la punta de su pie esta se metía mas adentro, parecía como que el asfalto le tendía una trampa mortal a este peatón ya que venían los 2 autos, uno de cada dirección a atropellarlo y dejarlo tirado ahí en medio de la mismísima nada. Por suerte para él saco el pie justo a tiempo para que nuestra trufi pase por encima la pelota. Rápidamente nos dimos vuelta para ver que había sido de el y lo vimos agachándose para recogerla de la mitad de la ruta.
Nuestro viaje siguió con la misma normalidad o mejor dicho anormalidad. Llegamos a un pueblito en una de las tantas orillas del Lago Titicaca, nuestro conductor nos avisa que tenemos que cruzar hacia la otra orilla del lago para llegar a Copacabana, lo único que no nos dice es como lo haremos.
Eran las 10 de la noche y bajo la oscura noche lo único que había era agua que caía de manera torrencial. La trufi no bajaba su velocidad y encaraba derecho al lago. Nosotros algo preocupados, aunque no mucho después de todos los acontecimientos de ese viaje, empezamos a mirar si había algún tipo de transporte para cruzar. De repente surge de la nada una balsa de madera que, sin mentirles les digo, eran unas cuantas maderas juntas que viéndolas desde nuestra perspectiva parecían un muelle ya que a los costados tenia algunas llantas de auto. Faltando 10 metros para llegar a la “balsa” le preguntamos al chofer si eso nos iba a cruzar a la otra orilla, dijo que si, y si teníamos alguna posibilidad de bajar a mear, a lo que el contesto negativamente.
Estábamos casi seguros que la balsa no nos aguantaría ni un poco, tampoco entendíamos como haríamos para cruzar dentro de la trufi encima de esa balsa sin motor hasta la otra orilla. En esos últimos 10 metros el conductor hizo una maniobra tan rápida que no nos dio tiempo a hacer nada, acelero y faltando tan solo 1 metro para que la trufi haga contacto con la balsa, apago la trufi. Ese fue el envión de la balsa para salir del muelle, nosotros no salíamos de nuestro asombro. La pequeña balsa comenzó a navegar por el medio de aquel gigantesco lago en donde las gotas de lluvia rebotaban tan fuerte que hacia parecer que llovía desde abajo hacia arriba. El pequeño pueblo se alejaba y no reconocíamos la otra orilla. Unos minutos después vislumbramos a lo lejos unas pequeñas luces y escuchamos ruido de un pequeño motor. No sabemos si es que la balsa estaba siendo remolcada o si tenía motor, eso ya no nos importaba, solo queríamos llegar a destino.
Llegamos a la orilla y vemos como la balsa estaciona dejando a la camioneta mirando con la parte trasera hacia la salida. Segundos antes de que nuestra embarcación toque el muelle nuestra trufi ya había sido encendida y en el mismo instante que la balsa freno, la camioneta salio disparada. Ahora solo faltaban 30 minutos para llegar a destino así que nos relajamos y empezamos a disfrutar del increíble paisaje que teníamos por este nuevo camino, por suerte mucho menos transitado.
Para alegrar y levantar a la gente comenzamos a cantar. Lentamente nos empezaron a pedir nuevos temas, algunos que no conocíamos o no sabíamos la letra. El suceso mas gracioso con esto fue cuando nos pidieron una canción del autor de Juan Boliche y otros grandes éxitos (perdón que no lo nombre pero es muy piedra) y, con Toro nuestro flamante compositor a la cabeza, cantamos una canción de Callejeros. Toda la gente no entendía nada pero como no conocían el tema no dijeron nada y se creyeron nuestra mentira.
Guardamos todo porque llegamos a Copacabana, eso ya es otra historia.

jueves, 19 de abril de 2007

Primer día en La Paz



Después de una primer historia que queda en la historia, nos levantamos para poder conocer de día la capital de nuestro país vecino.
No teníamos nada en claro solo que queríamos comprar una funda para la guitarra y que Santi estaba apunadísimo. Luego de unos cocktails de drogas curativas y un mate (así llaman ellos al te) de coca, Santi se repuso y pudimos arrancar.
Salimos del Carretero y con un mapa muy básico del centro de La Paz, nos dirigimos a la calle Linares. Llegamos fácilmente a la calle y ahí buscamos fundas para la guitarra. Nos encontramos en una calle muy colorida, cargada de puestos de venta a sus costados de los cuales sobresalían ponchos y telas y todo tipo de cosas. Todas las artesanías típicas del lugar se podían encontrar ahí. Una vez en la puerta del local donde compraríamos la funda entramos y empezamos a tocar todos los instrumentos que tenían colgados, ya sean charangos, guitarras o instrumentos de viento. Santi eligió su funda, pago y nos fuimos muy contentos con la primer compra en este país.


Decidimos que alquilaríamos un auto o algunas motos para recorrer la ciudad pero como en nuestro minúsculo mapa no figuraban lugares decidimos preguntar. Grave error cometimos, nadie tenia idea donde podía haber un lugar para alquilar autos y / o motos. Caminamos en miles de direcciones y recorrimos miles de cuadras, ya un poco cansados pero nunca perdiendo el humor decidimos volver al hostal para dejar la guitarra y otras cosas y para retomar fuerzas como para seguir recorriendo.
Dejamos todo en el cuarto y vimos que todavía era temprano para comer así que decidimos no parar y seguir en busca de las tan deseadas motos. Preguntamos en el hostal y tampoco nos supieron contestar.
Arrancamos a caminar por lugares que no parecían ser muy saludables para nosotros. No temimos por nada, ya que nada llevábamos. De repente nos encontramos en la mitad de la ciudad totalmente perdidos, con un sol que incendiaba cerebros y un hambre parecido al de Jesús después de 40 días en el desierto. Ahora si, no aguantamos y nos subimos a un taxi, una de las cosas que nunca pensamos íbamos a hacer en este viaje. Desde la Terminal de ómnibus hasta la otra punta donde se encuentra el estadio de fútbol del equipo de la paz, el Bolívar.
Estando ahí notamos el movimiento cual micro centro a las 2 de la tarde y decidimos no estresarnos mas por encontrar nuestros vehículos y nos mandamos a comer. Entramos en un local símil MC Donalds pero de pollo que la verdad dejaba muchísimo que desear. Se generaba una disyuntiva en nuestra cabeza y nos hacia vacilar un poco también, nos fuimos hasta La Paz para comer en MC Donalds??? Por supuesto que no es por eso que terminamos rápido y miramos en nuestra “guía” turística (un mapa que nos dieron en el hostal que figuraban solo 15 calles pero que si nombraba lugares importantes) y decidimos mandarnos para “Las Cholitas”.
Las Cholitas quedaba en la zona sur de La Paz, lugar donde se encuentra la mayoría de la gente adinerada y no solo se nota por los autos que se ven en la calle sino por las mansiones que hay en esos barrios. Estando ahí nos dijeron que había unos bares donde se comían unas especialidades del lugar exquisitas así que decidimos ir a probar suerte. Vaya coincidencia que a la vuelta de esos bares estaba una de las únicas sucursales de Rent a Car, para nuestra perfecta suerte cerrada.
Nos sentamos en el bar con la guitarra, la cual habíamos ido a recuperar al hostal, y nos pedimos unas cervezas y un plato diferente cada uno. Parecía una excursión gourmet hasta ese momento y termino pareciéndose mas a un recital.
Había mucha gente comiendo y tomando algo en estos barcitos, eran en realidad pequeños puestos colocados uno al lado del otro con toldos que formaban un gran bar. Entre bocado y bocado mechábamos con una cerveza, que en esta ciudad se llamaba, valga la redundancia, Paceña.
Terminamos nuestros platos y seguimos con la cerveza pero ya no más por nuestra cuenta, nosotros no teníamos pensado seguir tomando y menos que menos gastando plata. Para la sorpresa de todos, luego de un par de rondas de guitarreada la gente se nos había juntado alrededor y comenzó a pedirnos temas y a cantar a coro con nosotros. Nos dábamos cuenta que el viaje empezaba a ser de 5 y no de 4 como lo habíamos pensado, la guitarra se transformaba en el mas convocador de los viajeros y era, sobre todas las cosas, lo que mas unía a las diferentes culturas. Por no ser maleducados aceptamos las cervezas que nos invitaba la gente como agradecimiento por nuestra música y creo también que por la calidez con que los tratábamos, ya que fueran paceños, yankees o argentinos nos daba lo mismo.
Nuestro primer día termino en una corrida final. Nos habíamos despedido de las cholitas y nos dirigimos hacia el hostal a buscar nuestras cosas lo más rápido posible para poder tomarnos algún bondi a Copacabana. Como ya comente, la suerte estuvo de nuestro lado en este viaje y llegamos con lo justo al cementerio en la parte norte o mas conocido como el Alto a tomarnos la Trufi –así llaman a las Traffics- para viajar hacia Copacabana, nuestro segundo destino.
El viaje que estábamos emprendiendo iba a ser una locura es por eso que lo contaré mas adelante como otra anécdota. Ahora los dejo viajando con su imaginación hacia Copacabana.

martes, 17 de abril de 2007

Las Rubias

Antes de seguir con cuentos o historias tengo que remitirme a la primer noche apenas entramos al Carretero (Hostal en La Paz). Nos dieron un cuarto al cual en el instante en que entramos, flasheamos. Estaba todo escrito en las paredes y en el techo, tenia cuatro cómodas camas y una pequeña mesa.



Lo mas interesante igualmente estaba del otro lado de la pared.
En una de mis travesías al baño, lo teníamos casi frente a nuestro cuarto, me cruce con algunas señoritas. La forma mas rápida y fácil de describir al grupo seria llamándolas "Las Rubias", pero solo por mayoría y por suerte no por como todos conocemos a las rubias. No parecían ser muy amigables, aunque en poco tiempo nos dimos cuenta que esa primera impresión era errada.
Esa noche por consejo de mucha gente que había viajado a Bolivia, decidimos no comer ni beber solo quedarnos lo mas quietos que podíamos ante el posible ataque del síndrome de la altura.
Bajamos al patio un rato a conocer a algunos de nuestros compañeros de hostal y nos pusimos a charlar hasta que una pareja, o eso parecía esa noche nos dijo de subir a la terraza.
Ella, una de las rubias. El, un desconocido.
Les hicimos un rato de compañía y luego nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente "las Rubias" no estaban mas.

lunes, 16 de abril de 2007

Sin encontrar mi rumbo.

Llama la atención su falta de practicidad. No emboca una dirían en estos tiempos. Ya mas distraído de la realidad que me rodea sigo con lo mío y no le presto atención a ese idiota sentado unos metros mas allá, que lo único que hace es distraerme con sus yerros.

Mientras continuo con mi escritura escuchando la música de fondo que le da forma al texto que intento redactar, intercalo la lectura de unos cuentos fantásticos que tengo entre mis piernas por debajo de la mesa de la computadora.

La realidad es que no encuentro la manera de llegar a donde quiero con esto, no creo poder enganchar al lector en esta trama. Creo que lo necesario no es la ficción desmedida. Yo apunto a redactar historias ficticias que tengan cierta vuelta de algo real que me pueda haber pasado tanto a mí como a algún conocido.

La música sigue su curso, el idiota sigue igual, el libro se me cayó y cerró. No lo voy a levantar. Escucho voces que vienen del frente de mi casa, mi familia reunida enfrente de la “plaza de rayos catódicos” frase que rememora mis viejos días en la facultad cursando sociología. No me quiero entretener con frases celebres ni dichos importantes, tampoco es mi idea resaltar con la descripción alguna situación especial.

Me siento un poco raro por un tema que nos afecta sentimentalmente a todos, a muerto el papa. Sí, aunque no era mí mejor amigo lo consideraba una persona que se supo hacer respetar más allá de su jerarquía dentro de la iglesia. Por otro lado me siento raro, no se si feliz seria la palabra, pero se puede llegar a entender bastante bien si la uso. Voy a ver algo que no pasa hace 28 años, que es la renovación del sumo pontífice cosa que no se da todos los días.

Al final leo todo lo que escribí y me doy cuenta que no tiene un hilo conductor ni siquiera tiene una historia ni nada de nada. Pero no me calienta porque se que son momentos. El trabajo de retocarlo viene después y si sigo probando algo voy a sacar. Debería buscar un tema o por lo menos un lugar en común para redactar mis “historias” o lo que intenten ser. Me estoy dando cuenta que son mas “momentos” que cuento o transmito al papel, que historias con sentido real. Ahora si me retiro y los dejo disfrutar de la música. Eso si no se dispersen porque alguno me va a salir bueno y espero que estén ahí cuando lo haga.

Perdidos en La Paz

Hacíamos el check in en Ezeiza los 3 pensando en encontrarnos con Toro en La Paz. Íbamos a seguir sus instrucciones al pie de la letra “Se van desde el aeropuerto a Plaza Murillo (es lo que la Plaza de Mayo para nosotros) y ahí pregunten donde queda el Hostal, es obvio que alguien los va a saber llevar.” Después de un eterno vuelo llegamos a la capital de Bolivia. Santi, Vaca y yo (Pancho) salíamos del aeropuerto en un taxi en búsqueda de la Plaza.
Eran las 10:30 de la noche al llegar a la plaza, los 3 con unas mochilas enormes mas unas mochilas mas pequeñas mas la guitarra que todavía no tenia funda, encaramos a la primer persona que vimos mas o menos coherente para que nos señale donde quedaba el hostal en el que nos esperaba el cuarto integrante del viaje. Esa primer táctica no resulto ya que por más que la gente pareciera coherente no sabía indicarnos donde quedaba nuestro hostal. Nuestro primer pensamiento fue creer que el hostal era muy poco conocido, conociéndolo a Toro era muy probable encontrarnos con un hostal de muy poco nivel y por lo tanto muy poco conocido.
Seguimos nuestra intensa búsqueda en la plaza, al cruzarla notamos que en una de las esquinas había mucha gente reunida bajo unas gigantes luces que rápidamente reconocimos, eran de televisión. Nos empezamos a acercar cuando de repente se escucha una voz de locutor que desde el medio de ese grupo de gente dice: “Hey, where are you from?” Nosotros un poco consternados por esto ya que por su mirada y gesto era bastante lógico que se dirigía a nosotros, no supimos que decir hasta que Vaca se ilumino y le dijo: “Are you talking to me?”
Antes de que empiece la conversación en ingles nosotros rápidamente le dijimos que éramos argentinos, a lo que el directamente pregunto si nos animábamos a tocar la guitarra ahí con el.
Entramos al centro de la ronda y nos encontramos con que la cámaras y luces apuntaban todas a nosotros, la gente de producción nos traía bancos para que nos sentemos al mismo tiempo que sentíamos ruidos en nuestras espaldas. Inquietos por creer que nos estaban sacando algo de las mochilas comenzamos a moverlas muy lentamente de un lado hacia el otro. El conductor, John, un tipo alto grandote con un parecido a físico y de reconocimiento al de Guillermo Andino acá en la Argentina, nos contaba de qué se trataba el programa. Era 29 de diciembre y estaban despidiendo el año desde el móvil con una suelta de globos. Ahí nomás nos encajaron 1 globo a cada uno en la mano (imaginen la cantidad de cosas que traíamos colgadas, 1 globo nos decoraba) y nos pasaron el marcador para que le escribamos la petición. Ya nos mirábamos muy tentados por la situación que estábamos viviendo, figuren un móvil en plaza de mayo rodeado de 70 personas con Guillermo Andino en el medio y 3 extranjeros sentados con mochilas gigantes y mil de cosas colgadas, una de ellas un globo blanco y esperando para tocar un tema en vivo y en directo para la televisión en la hora pico de encendido!
El conductor nos pregunto qué sabíamos tocar a lo que nosotros le mentimos diciendo que sabíamos todo, que el pida el tema que nosotros lo hacíamos. Volvimos a estar al aire y apenas empieza a hablar John, nos presenta a cada uno y dice que somos una banda que acababa de llegar y que venia a probar suerte a Bolivia, terrible mentira pero nos hizo gracia que lo diga. Sin ningún tipo de sutileza hizo un cambio 360° en la charla para dar la ultima noticia que, obviamente, era primicia de el. “Queremos comunicar que murió Saddam Hussein, lo ejecutaron esta tarde en EEUU. Ahora seguimos con nuestra banda argentina que va a tocar un tema” nosotros nos mirábamos sin entender nada el cambio en la charla y como podía enganchar 2 cosas nada que ver con una simple sonrisa a la cámara. Tocamos “Spaghetti del rock” de Divididos, era la única canción que sabíamos entera los 3 y sin embargo nos equivocamos reiteradas veces pero como nadie la conocía no se dieron cuenta. Muchos aplausos y pedidos de más canciones surgieron, por suerte nos fuimos a un corte.
Le tuvimos que comentar a John que necesitábamos encontrar nuestro hostal. Muy simpático y carismático el nos dijo que iba a preguntar si alguien sabia donde quedaba o comunicar esto para que alguien del hostal venga a buscarnos. Apenas volvimos a estar en el aire John mirando fijo a la cámara y nuevamente con esa sonrisa compradora dijo “Si hay alguien de el Hostal Austria mirando tenemos 3 argentinos perdidos en la Plaza Murillo, que alguien los venga a buscar”, se me vino a la cabeza rápidamente la imagen de un niño en brazos en la playa y toda la gente aplaudiendo alrededor para demostrar que esta perdido. Cada segundo de cámara que nos daban nosotros no dudábamos en pasar el “chivo” del hostal pidiendo que nos busquen, es mas Santi decía “Toro si estas ahí mirando por favor venite a la plaza a buscarnos”
Muy lentamente nuestro momento de gloria en la televisión boliviana se iba apagando, hicimos la suelta de globos y ya con eso casi terminaba el programa así que después de un abrazo sostenido (le decíamos abrazo sostenido a abrazarlo entre los 3 durante unos buenos segundos) a John nos despedimos de nuestro publico y decidimos seguir a una viejita que muy amablemente nos quería indicar donde quedaba el hostal.

Nosotros no nos percatamos de algo, durante todo el tiempo que estábamos en el aire, Toro nos estaba mirando en vivo y en directo desde la tele de la recepción del hostal, matándose de risa de la situación ya que una banda negra en la parte inferior de la pantalla anunciaba “3 argentinos perdidos en La Paz” Cuando vio que el programa estaba terminando salio con su tranco lento a buscarnos, estaba medio apunado. Nos alcanzo justo en la esquina de la plaza pero para suerte nuestra freno a la viejita que nos estaba “llevando” al hostal. La señora no tenía la más mínima idea donde quedaba ya que había arrancado para el otro lado.
Finalmente Toro nos recomendó ir a otro hostal que estaba mucho mejor que el Austria y nos mostró el camino. Apenas llegamos al Carretero la gente que estaba ahí se dio cuenta de que éramos nosotros los 3 argentinos perdidos y nos ofreció un cuarto inmediatamente.
Esto cuenta mucho lo que fue nuestro viaje, con la suerte de nuestro lado y con una sonrisa en la cara.