martes, 8 de mayo de 2007

Por fin, Año Nuevo!

Después de una primer noche en Copacabana en donde nos aclimatamos a su fría oscuridad y danzamos bajo la lluvia, nos levantamos en el cuarto del hostal. El trabajo de despertar a los compañeros no fue difícil ya que todos estábamos de acuerdo que la idea no era solo salir de noche sino que también recorreríamos los lugares.
Un gigante sol nos iluminaba el día y nos marcaba el camino hacia la playa. Lo primero que vemos es el reflejo del astro brillante sobre el inmenso e indescriptible lago. El Titicaca era gigante, lo que mas sorprende de ese lago es que esta postrado a 3000 mts sobre el nivel del mar entre montañas y valles. Es realmente una de las cosas naturales más impresionantes que vi en este viaje y en mi vida.
Una vez en la playa nos acercamos a uno de los tantos puestos, estos puestos vendían cebiche y trucha, dos peses muy comunes en el lago y muy incorporados a las comidas de los bolivianos y peruanos. Pedimos permiso a la chola que manejaba el puesto para desayunar ahí, nos sorprendimos que siendo las 10.30 de la mañana los lugareños ya estaban almorzando. Sacamos el mate y unas galletitas y nos pusimos a hablar, la chola un poco impaciente nos pidió que nos vayamos porque no le consumíamos nada, nuestra promesa era la de volver después de visitar un poco el lugar solo si ella nos permitía desayunar ahí. Para comprobar que volveríamos le dejamos la guitarra y la matera y emprendimos nuestro camino. Solo habíamos hecho 20 metros y escuchamos una voz que dice: “Motos, alquilo motos.”



La cara de feliz cumpleaños de Vaca fue algo indescriptible, estaba a punto de cumplir con una de las cosas que mas deseaba desde que habíamos pisado suelo boliviano, alquilar un vehiculo.
Preguntamos precios y en menos de 10 minutos ya estábamos encima de 2 motos apuntando a las afueras de Copacabana. Tomamos una ruta de tierra que nos llevo hasta un punto que no podíamos avanzar mas, pegados al lago. Sacamos fotos, frenamos a comer algo y charlar y continuamos con la travesía.
Encontramos una nueva salida y decidimos tomarla, avanzamos y comenzamos a conocer el otro lado de esa increíble bahía. En ese punto entendí que había sido una excelente decisión alquilar las motos. Nos reíamos de la facilidad con la que nos encontramos con las motos, cuando en la capital del país habíamos estado dando muchísimas vueltas y no conseguimos nada.
A nuestro regreso tuvimos un pequeño altercado con los dueños de las motos ya que nos habíamos pasado por 2 horas en el alquiler y nuestro vocero no quería pagar la diferencia acusando un mal funcionamiento en las mismas, verdad o mentira no arruinaría nuestro día. Con un poco de mal humor entre los 4 ya que la discusión genero una bronca entre integrantes del grupo, nos fuimos al puesto a almorzar.
A la tarde nos tiramos en la playita con el sol que nos mantenía calientes, nos cruzamos con algunas amigas viajeras y tomamos mate por la tarde. Antes de que se escapen los últimos rayos de luz aproveche para acercarme a la iglesia del pueblo, unas 5 cuadras para arriba desde la costa, y le saque fotos. Me sorprendí con su arquitectura aunque mas sorprendente fue el trabajo que tenían las imágenes de santos o vírgenes dentro de la misma, todas talladas en madera con muchísimo detalle y pintadas con colores dorados. En nuestro camino de regreso al hostal nos encontramos con Romy, una de las rubias. Muy eufórica en su forma de ser, espontánea y divertida, arreglamos de juntarnos a tomar algo para festejar el año nuevo. No sabíamos que esperarnos de este encuentro aunque nos divertía organizar algo con gente del sexo opuesto.




Por supuesto que Tomi se puso el equipo al hombro y como lo hace acá en Bs. As. organizo el “preboliche”. Compramos cervezas en un almacén en el centro de la ciudad y pedimos permiso al gran Beto de sacar una mesa y sillas a la calle para festejar ahí la entrada a un nuevo año. Salio todo como lo planeo, las sillas, las cervezas y las mujeres se encontrarían en el mismo lugar en el mismo horario. Mientras tanto nos fuimos a comer, charlamos y brindamos por el año nuevo argentino, hora antes que el boliviano.
A nuestro regreso organizamos todo. Conseguimos música, no muy buena pero música al fin.
Llegaron Las Rubias, Majo, Luli, Romy, Anita y Vero. Entre brindis, presentaciones y fotos el alcohol fluía. A menos de 1 hora de comenzado el encuentro teníamos la mesa llena de botellas vacías y una multitud de personas que nos rodeaba. Nuestro quinto integrante salio a tomar aire y con sus finas cuerdas le puso alegría y diversión a la noche. Con un simple rasguido en las cuerdas de la guitarra la gente que estaba en la calle, sea de donde sean, se acercaban a escuchar, aportar y hasta aplaudir. Cada uno traía su bebida y alegría por este nuevo año. Como alguna vez escuche, “en la variedad esta la diversión”, aunque llevado a un plano mas amplio. Los personajes que conocimos y que nunca más vimos y también están los que conocimos y mantuvimos hasta nuestro último día de viaje.
Recuerdo a Santi sacando canciones, a Toro componiendo temas y a Tomi haciendo malabares con la guitarra mientras yo ensayaba un air piano o algún intento de percusión.
Durante el día le habíamos comprado pasajes para ir a la isla del sol a Salomón el agente de viajes oficial del grupo, nuestro error fue sacarlos para el 1 de enero a las 8 de la mañana. Creímos que la noche seria corta y no muy intensa, se noto que nos habíamos equivocado.
A eso de las 3 de la mañana entramos la mesa y la guitarra y nos dirigimos a Wayki. Toda esa multitud de gente nos siguió, éramos una masa enorme caminando por las calles de Copacabana, una vez en la entrada del bar/boliche hablamos con el “patova”, que era una chola y un boliviano bastante petiso y muy poco intimidante. Le dijimos que como le traiamos a mucha gente nos debería hacer pasar gratis, algunos pagaron otros no. Nos sentíamos dueños de la noche, la gente nos saludaba sabiendo que éramos los extraños que habíamos logrado unir a la masa.
Tomamos, bailamos y volvimos a tomar, hasta que se acabo la noche. Algunos acompañados por las rubias, las cuales no se habían separado de nosotros en toda la noche, volvimos al hostal. Una pareja se había formado.
Les planteamos nuestra situación de tener que levantarnos temprano así que nos dejaron dormir, creemos que por simple excusa de volver a cruzarnos ellas dejaron su cámara de fotos en el cuarto.
Sin despertador ni nada que nos ayude, escuche la voz de alguien que gritó “Son las ocho!”. Las mochilas ya estaban preparadas, así que me cambie tome los 4 pasajes y mi mochila y corrí hasta el muelle a frenar nuestro barco. La gente estaba subida y el barco a punto de arrancar, teníamos algunos rezagados en el grupo pero utilizando la misma técnica que tienen los lugareños para contestarte les gane tiempo. Nuestras caras eran interminables, suponemos que en total habíamos dormido 2 horas como mucho. El viaje fue corto pero movido, de un día esplendido de sol paso a llover y nuevamente al sol. Llegamos a la isla, otra historia comienza.

4 comentarios:

Lucardo dijo...

Muy buenas tus historias Juancho, prometo volver a las mías en cuanto encuentre un poco de aire.
Es que a veces simplemente no fluye.

Anónimo dijo...

panchito!! al fin llego LA noche!! jaja fue un gran año nuevo.. creo q en el grupo hubo quimica desde un primer momento! jaja
segui asi!
un beso
melo

Anónimo dijo...

Panchito, te recomiendo este blog, es muy bueno. http://yojuanperez.blogspot.com/
Para que te vayas metiendo en la comunidad.
Salud!

Anónimo dijo...

Este tambien, es genial.http://algunasverdades.blogspot.com/
Son los dos del mismo autor, un genio.