sábado, 5 de mayo de 2007

Al fin en Copa.

Sanos y salvos nos bajamos de la trufi en Copacabana, ya nos acercábamos cada vez más a Perú. Bajamos nuestras mochilas y me encontré con que la mía no había estado del todo tapada con la funda por lo tanto se había mojado un poco. La llovizna seguía molestando aunque no era nada grave. Siendo las 10 de la noche salimos rápido para buscar un lugar donde dormir. Al ser 30 de diciembre estaban casi todos los hostales llenos ya que mucha gente iba a pasar año nuevo ahí.
En uno de los lugares donde preguntamos, el dueño del bar que daba a la calle, nos ofreció tirarnos en el piso del bar con las eslipings (bolsas de dormir, escrito de esa manera porque estoy seguro que el creía que era así).
Un buen rato después en una calle perdida de Copacabana encontramos un lugar donde dormir, cuando vimos el cuarto y el olor que había lo quisimos rechazar aunque no podíamos porque sino dormiríamos en la calle. Después de instalarnos y cambiarnos decidimos salir a comer y fue ese el momento en donde cambia nuestra suerte. El dueño del hostal no nos quería dejar salir porque decía que la hora de cierre era a las 23 hs y no nos iba a dar el tiempo para comer, por lo tanto decidimos abandonar el hostal ya que nosotros pretendíamos salir a la noche a tomar algo.
Por un momento creíamos que era malo lo que nos estaba pasando pero por una de esas casualidades de la vida nos acordamos de Pili, una hermosa gallega que habíamos conocido en el carretero y que nos había recomendado un excelente lugar en Copacabana. Le hicimos caso a nuestra memoria y fuimos hasta el lugar, ubicado en la calle principal y justo a la vuelta del mejor bar. Justo en la entrada el cartel Diego´s Pub marcaba nuestro destino. Ingresamos y preguntamos por Beto, quien nos dio la gran noticia; “Me queda solo 1 cuarto y tiene 3 camas, pero no se preocupen una cama es doble.” Llegamos al cuarto y nos mirábamos felices de la decisión de escapar del otro antro. Era enorme y justo lo que buscábamos. Casi sin querer Beto nos dijo el precio y nosotros se lo peleamos como siempre, por 15 Bolivianos cada uno dormiríamos, precio justo por el horario de llegada y por la demanda que había.
Dejamos todo como estaba y salimos en busca de una rica pizza. Entre el horario y la falta de ingredientes se nos hacia difícil, aunque llegamos a un lugar que parecía amigable y recomendable sobre todo. Tardaron siglos en atendernos, como casi siempre, pedimos nuestras pizzas de MUTSARELA (si sí, leyeron bien, en la carta dice eso) con birra caliente. Mientras esperábamos nos ofrecieron una sopa suelta, si no me hubiesen dicho lo que era pensaba que era para tomar con la mano, simplemente era “suelta” en el precio, digamos no entraba en el combo que le habíamos armado.
Una vez que terminamos nuestra cena, rumbeamos por las calles de Copacabana en busca de bares. La noche nos abrazo y nos entrego en la puerta de Waykis. Entramos y pensamos que el piso se hundiría, se sentía muy flojo. La barra dividía la pequeña parte de adelante con la no mucho mas grande parte de atrás. Al fondo del bar una gran mesa de pool que nos pedía a gritos algún partido. Entre cervezas y otros tragos que salían, muy baratos por lo cierto, se jugaban los pooles. El predominio fue absoluto, entre Vaca y yo nos repartíamos las maravillas. Toro y Santi lastimosamente se embriagaban con cada bocha que nosotros metíamos.
Prometieron vengarse y buscar revancha tanto con nosotros como con el bar.
Vamos a dormir que mañana el día es largo y la noche casi eterna.

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