miércoles, 13 de junio de 2007

Refugio

Lejos de mi vida me refugie. Compuse un hipnótico y monótono circuito en el cual ingería vida sin salir de mi nuevo hábitat. El calor que emanaban esas maderas encendidas y el crepitar de sus cenizas recordaban mi infancia, tan inocente y fácil que hasta me daba bronca saber que había sido así.
Mi nuevo espacio incluía un sofá y una perfecta mesa, compuesta por madera y vidrio, donde poder reposar cómodamente mis pies los cuales estaban envueltos en gruesas medias de lana.
Entre tantas cosas que pensé echado en el agradable sofá fue la de retomar la lectura, una vieja obsesión que se convirtió en algo tan común y repetido que me llevo al hartazgo. De día, de noche, dormido o despierto, parado y sentado, viajando, cagando o fuera lo que sea que hacia, un libro me acompañaba. Esas eran otras épocas y la disfrute. Reconozco que ahora podría ponerle un límite a esos eufóricos fanatismos que solía tener por las cosas que conocía de golpe. Recuerdo que me paso alguna vez con alguna mujer y también con unos discos. Todo se hizo tan cíclico en esos momentos de mi vida que hasta sentía que los días no pasaban. No estoy seguro pero creo que repetía religiosamente las cosas en los mismos horarios todos los días, me bañaba poco y usaba generalmente la misma ropa. Mi suéter polera me acompañaba seguido de paseo y le daba un toque bohemio a mi look desordenado y sin sentido. Cuando sueño en esos días siempre vuelve la misma imagen a mi cabeza y me recuerdo tal cual lo describo ahora. Debe de ser porque todos los días de mi vieja vida eran realmente iguales.
Ahora que conseguí romper con esas tradiciones infantiles me siento liberado y feliz por poder reconocer mis errores y más aun por haber aprendido de ellos. No me creo perfecto y me veo lejos de ello, es mas si me preguntas ahora capaz te digo que en esa época estaba más cercano a la perfección que lo que estoy ahora. Por mas que corrija errores siempre hay mas cosas con las cuales cultivarse y generalmente son mas complejas que las que ya sabemos. Para estas nuevas enseñanzas hay que tener el cerebro en remojo y predispuesto a permitir el ingreso de estas. Todo esto tiene una lógica ya que al ser mas complejas generan mas dificultad para aprenderlas y para poder plasmarlas en la vida, ahí voy con mi punto que cada día nos alejamos mas de la perfección.
En este nuevo hábitat, debajo del vidrio de la mesa, encontré algo que me genero un inconciente recuerdo. Estaba el gran Gabo abandonado, como los habitantes de Macondo separados del mundo. Lo desempolve y como quería remojar mis neuronas me dije a mi mismo “¿porque no?”. Relajado lo tome y comencé a hojearlo. Descubrí un nuevo mundo ahí dentro, que no era el mismo que había conocido en esas arduas horas de insaciable lectura infantil. Por suerte se que no me tengo que fanatizar con esto porque me va a llevar a hartarme. Leí unas horas y caí dormido. Hace mucho no dormía tan bien, recupere ese sueño profundo que te deja ver nítidas las ideas y te sirve en bandeja las viejas películas de tu vida. Vi todo tan claro que cuando desperté no sabia si lo había vivido. Desde ese día vengo aprovechando los momentos de reposo para cerrar los ojos y buscar mis ideas en lo mas profundo de mi cabeza, el otro día llegue hasta mi corazón. No me asuste ya que solía pensar con el y con mi soledad. Ahora lo hago con lo mas cómodo que tenga a mano de almohada y mis mas etéreos sueños. Estoy profundizando en nuevas sensaciones y experiencias para lograr localizar mis mas grandes pensamientos y así refugiarme hasta la eternidad en mullidos almohadones que me permitan entrar en este eterno e irreal laberinto de ideas.

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